Mercedes Herrero, actriz, directora y productora de espectáculos de la compañía Alkimia 130 (1995-2011) y desde 2004 de Pez Luna Teatro, entiende el teatro de una forma comprometida que se implica con lo rural. Esto en el s. XXI esto pasa por considerar aquellos elementos legados por las generaciones precedentes. La tradición asociada a lo local es uno de los motores creativos en sus performances, si bien en ellas indaga en el rito como un ceremonial comunitario capaz de ampliar la mirada más allá de los valores heredados. Las dos residencias de la compañía en los años 2007 y 2009 en Riofrío de Aliste son una muestra de este trabajo que culminaron respectivamente en las performances La tenazada e Hilando filando respectivamente. En ambas indagó para después reelaborar su fiesta más emblemática, la mascarada invernal Los Carochos. Esta pre-teatralización asumida por varones jóvenes desde que el colectivo de los quintos desapareció, es un motivo privilegiado para la memoria colectiva y su proyección como comunidad en el s. XXI. Aquí las barreras entre lo real (rito) y lo ficticio (performances) son desestabilizadoras y disolventes porque el comportamiento humano asume cambios. Uno de los más relevantes es la visibilidad de la mujer en un rito en el que la tradición aparentemente privilegia a los varones. Veremos como la performance entendida no como mímesis del rito, sino como una lectura, una más, del rito ofrece a lo femenino el reconocimiento de haber estado y de poder tener más visibilidad en la ritualidad comunitaria.

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