Hablar del San Cono de Florida significa hablar de un santo que, junto a sus devotos coterráneos, ha expatriado en el ultramar y ha conseguido integrarse gradualmente en el nuevo lugar de arraigo. En este sentido, una aproximación antropológica a la devoción masiva que San Cono sigue suscitando en Uruguay implica abordar el poder, el uso y el consumo de unas imágenes cambiantes, en su tránsito entre culturas; investigar los múltiples sentidos de representaciones que, emancipándose de las jerarquías limitantes impuestas por la religión católica, consiguen manifestar no sólo una capacidad de acción taumatúrgica diversificada, sino sobre todo una propensión a dialogar directamente con sus devotos, sin la necesidad de intermediarios. Frente a la mirada de los sanconianos contemporáneos que concurren a su templo floridense, San Cono aparece definitivamente como un santo moderno, que se adapta a los tiempos y a una nueva “audiencia”, de la que no juzga vicios y deseos materialistas. Sin embargo, por otro lado, San Cono demuestra no haber perdido la “sangre” de los tanos que lo trajeron en tierra rioplatense. Es disponible y misericordioso con quien lo necesita, pero, como todos sus compatriotas del Sur de Italia, demuestra ser iracundo, vengativo y castigador con aquellos que, subestimando su poder, se ríen de él o no mantienen sus “promesas”.

(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo