El trabajo sexual no está reconocido en España como tal, tampoco regulado o ilegalizado, ello se acompaña de un estigma social y deriva en la vulnerabilidad de las mujeres que ejercen prostitución. Esta situación, unida a que la maternidad tiene un componente idealizado, socialmente construido en el que no encajan las trabajadoras sexuales; tiene como efecto el hecho de que las maternidades de quienes han ejercido o ejercen presentan un factor de vulnerabilidad añadido. Los primeros resultados de la investigación que se está llevando a cabo sobre el análisis de estas familias, así como de sus entornos de crianza, permiten conocer varios de los factores de vulnerabilidad que les afectan, siendo los principales el ejercer o haber ejercido prostitución y la precariedad económica. Entre las redes de crianza analizadas que ayudan a lidiar con esta vulnerabilidad, cobran especial importancia las redes formales compuestas por instituciones. Las demandas y necesidades que cubren estas redes están estrechamente vinculadas con el trabajo sexual, pero se amplían al ámbito de la crianza, en algunos casos incluso como únicos componentes de estas escasas redes de crianza. Estos primeros resultados parten de entrevistas semiestructuradas dirigidas tanto a profesionales del ámbito social, como a mujeres que son o han sido madres y prostitutas.