Recordar para no repetir y recordar por la impunidad de los hechos
La memoria, de acuerdo con BartleA, 1932;Halbwachs, 1968/2004; Middleton & Brown, 2005; Middleton & Edwards, 1992; Piper et al., 2013; Vázquez, 2001 (en Troncoso y Piper, 2015: 3), es considerada una práctica social que contribuye a producir el pasado. La presente ponencia analiza, a partir de observación etnográfica de un espacio de memoria o conmemoración, vinculado a las migraciones, la instalación del “antimonumento” +72, colocado el 22 de agosto de 2020, en la Avenida Reforma, frente a la Embajada de Estados Unidos, lugar significativo para honrar la memoria de los 72 migrantes (hombres y mujeres) asesinados en San Fernando, Tamaulipas, así como de todas las personas que han muerto o desparecido al cruzar por México para llegar a Estados Unidos. Esto permite recordar de manera colectiva, en el presente, un hecho del pasado. Se parte de la perspectiva de Pierre Nora, en donde el potencial de la memoria se encarna intencionadamente en lugares diversos, entre ellos monumentos, para escapar al olvido. Sin embargo, en este caso se trata de un “antimonumento”, el cual hace referencia, según Díaz y Oavalle (2018: 1), a experiencias lideradas por los movimientos sociales de víctimas, en las que el espacio público es marcado con materiales que aluden a prácticas de conmemoración y resistencia al olvido y la impunidad.