La presente comunicación analiza algunas de las consecuencias del uso de documentación archivística en las investigaciones etnográficas. A partir de varios ejemplos sacados del trabajo de campo, se mostrará cómo el uso de documentos de archivo, su sistematización, su utilización en diferentes contextos y su difusión pública contribuyen a modificar la percepción que los agentes sociales tienen de sí mismos, transformándolos en “sujetos históricos”. El proceso de patrimonialización en el que se ven involucrados los investigadores, como creadores de repertorios documentales e intérpretes de estos documentos ante las comunidades estudiadas, transforma también el rol de los antropólogos, lo que se pone de manifiesto de un modo muy destacado en las investigaciones llevadas a cabo en el ámbito de las memorias colectivas en contextos de violencia y conflicto. En estos casos, parece asignarse a los científicos sociales una doble función. Por un lado, la de reconstruir, con su saber adquirido de segunda mano en los archivos, cadenas genealógicas, relaciones sociales e incluso parecidos físicos entre hombres y mujeres del pasado y del porvenir. Por otro, la de estructurar marcos de sentido que reinterpretan dinámicas sociales y que pueden ser exhibidos públicamente conformando exposiciones documentales.