El Atlántico desde la óptica isleña canaria se ha transformado en un espacio tanto para la praxis cultural como para la reflexión identitaria, un territorio imaginado para articular las prácticas, ideas y creencias más históricas y tradicionales con los contextos globales actuales, con múltiples fenómenos de sincretización, de re-territorialización y/o de resignificación de elementos derivados de los procesos migratorios, el turismo y la cultura global del ocio, así como de las tensiones de la geopolítica atlántica y sus diversos debates político-identitarios.Al mismo tiempo que el mar atlántico es interpelado como objeto de reflexión teórica desde grandes marcos teóricos y políticos como los derivados de las distintas fases de la economía-mundo, de su consideración como unidad analítica particular, de la problematización del papel histórico del Archipiélago en este vasto océano o de su carácter definitorio para su identidad e idiosincrasia, también es un espacio vivido en el que los fenómenos locales de la transnacionalidad se combinan con los nuevos usos e imaginarios globales del ocio y el turismo, para encontrar sentidos integradores y transculturales de tradición y modernidad, así como para las nuevas narratividades de la inmensidad marina, como espacio humanizado y de continuidad habitada.