La desgracia más temida para los mayas ch’orti’s del Oriente de Guatemala es la hambruna porque es el resultado de la transgresión de las reglas, de los compromisos sociales pactados por la comunidad, es decir, conlleva el desorden social y moral. Una de las estrategias que los ch’orti’s parecen haber adoptado para sobrellevar la hambruna es la migración transnacional a EE.UU. La migración a New York conlleva un cambio culinario que implica un diálogo entre lo tradicional y lo moderno generador de inestabilidad. Siguiendo la metáfora adherente ch’orti’, para que los migrantes transnacionales mantengan la memoria de la comida tradicional de las aldeas y sigan “pegados” a sus familias y a sus comunidades de origen se están generando nuevos rituales y se ha introducido el uso de las nuevas tecnologías y los teléfonos móviles lo que supone la adhesión de las comunidades tradicionales ch’orti’s a la modernidad, a la globalización. A principios del siglo XXI, la comida ch’orti’ “viaja”, se trata de viajes físicos y virtuales que están provocando una transición alimentaria tanto en el contexto migratorio (New York) como en las comunidades en Jocotán. La comida en el contexto migratorio genera también una serie de inversiones respecto a la estructura culinaria en la región de procedencia de los migrantes (López y Mariano, 2014): inversión de género, inversión de clase, inversión étnica, inversión respecto a la práctica del compartir comida e inversión respecto al valor de la ofrenda.

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