La empresa familiar se sustenta en las dos realidades, que en tanto que organizaciones humanas están sometidos a continuos cambios adaptativos y creativos, siendo el relevo generacional el más importante de ellos para garantizar su continuidad. Así lo demuestran los datos del informe realizado para España por el Instituto de la Empresa Familiar, donde podemos observar que solo un 33% de las empresas logran sobrevivir a la transición de la primera a la segunda generación. Y, de estas, menos de un 50% consigue pasar de la segunda a la tercera generación. En consecuencia, el traspaso a la siguiente generación es un tema clave que requiere tomar decisiones trascendentes y delicadas sobre el futuro, ya que probablemente va a tener efectos tanto en la empresa como en la familia. Por lo tanto, hay que trabajar de una forma gradual y planificada desde ambas instituciones, para consensuar y alinear la visión de las diferentes generaciones. Dicha tarea es bastante compleja, ya que cada familia y cada empresa es un mundo, y por eso este proceso no es fácil de realizar. Ya que, normalmente la generación saliente es reticente a abordar el relevo generacional y pospone la decisión, postergando el momento de tener que retirarse de la dirección. Siendo esta la causa principal por la que la mayoría de las familias empresarias han tendido a posponer el proceso. Nuestra investigación, realizada en 62 empresas familiares del sureste español, contribuye a conocer más en profundidad este desconcertante efecto producido por el relevo generacional.

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