En esta comunicación me refiero a las complejidades de los vínculos y las relaciones entre madres e hijas de origen marroquí en el contexto migratorio madrileño. Las experiencias migratorias de las madres -ruptura con sus hogares y referentes, inestabilidad y falta de redes a su llegada, pérdida de la red de apoyo y referentes de la familia extensa, nuclearización de la familia y dificultades subsiguientes en la relación de pareja, frecuente precariedad material, racismo estructural- generarán dificultades y malestares de índole diversa. Dado el lugar central que la maternidad ocupa en la identidad de las mujeres en las sociedades patriarcales, esta, junto con las posibilidades que el nuevo contexto abre para los/as hijos/as, puede constituir una forma de compensar y resignificar positivamente estas vivencias. Sin embargo, la educación de los hijos y especialmente de las hijas está cargada de riesgos en un contexto migratorio que las expone a la aculturación y a modelos de género vistos como excesivamente liberales. Los cuerpos y las sexualidades de las hijas, sobre las que reposan la identidad, la moral y el honor de la familia y la comunidad etno-religiosa, serán fuente constante de temores y por ello, objeto de un férreo disciplinamiento y control. Así, el poderoso vínculo que se establece entre madres e hijas estará también impregnado de temores, inquietudes y desconfianza. En esta complejidad se inscriben unas maternidades y unas relaciones necesariamente cargadas de ambivalencia y en ocasiones de conflicto, que me propongo abordar desde la perspectiva poco explorada de las madres.