Gegants. De la aniquilación de la cultura popular a su uso político
El proceso fue más o menos el mismo que conocieron otras ciudades del Estado español y de Europa. En el marco de una dinámica revitalizadora y reinventora de fiestas que conocieron los años 1980, los gegants y otras expresiones de la cultura popular y tradicional catalana se incorporaron en Barcelona a los instrumentos expresivos al servicio del encuadramiento asociativo de la sociedad civil, pero, sobre todo, a la generación de una identidad política urbana consecuente con los intereses del Ayuntamiento en materia de centralización simbólica y de promoción de los ideales ciudadanistas. Esa vindicación olvidaba que la mayoría de exponentes de lo que se agrupó bajo el epígrafe de cultura popular –en el sentido de cultura tradicional o de cultura de las clases subalternas– y hoy se homologa patrimonio inmaterial habían sido objeto de escarnio y destrucción sistemáticos durante los momentos revolucionarios al principio de la guerra civil española. Fue así que, en aquel contexto, la mayoría de fiestas populares tradicionales y elementos como els gengants fueron quemados o desguazados como consecuencia de la vinculación que se les atribuía a la Iglesia católica y a su apropiación festiva del espacio urbano. A partir del caso de la fiestas geganteras, esta comunicación pretende aportar datos y reflexiones sobre cómo el anticlericalismo y la iconoclastia revolucionarios de 1936 afectaron a una cultura popular que luego sería enaltecida al servicio de la sacralización de sus nuevos patrocinadores, las instituciones políticas.
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