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Entre la frustración y la culpa. Experiencias corporales de pacientes con rechazo de trasplante renal en México.

La experiencia corporal en el caso de quienes viven con padecimientos crónicos, implica rupturas y pérdidas tanto físicas, como emocionales y sociales. En el caso específico de la Insuficiencia renal crónica, el trasplante se presenta como el mejor tratamiento y como el fin de un camino arduo entre el diagnóstico y la diálisis. Sin embargo, el promedio de vida de un trasplante se encuentra entre los 5 y 10 años, por lo que más de la mitad de quienes han recibido un riñón, lo perderán en este periodo de tiempo. Para aquellos pacientes que reciben un trasplante, las expectativas en ocasiones no se ven cumplidas debido a los efectos secundarios de los medicamentos inmunosupresores, así como las limitaciones para reintegrarse tanto a la vida productiva como social. Finalmente, la pérdida del órgano significa el regreso a aquello que creían superado como es el tratamiento dialítico y a la nueva búsqueda de otro órgano, lo que genera un desgaste físico, emocional y económico. Por una parte, los planes a futuro se ven frustrados, así como el sentimiento de no haber hecho todo lo posible por conservar el órgano.Todo lo anterior en el contexto mexicano que se caracteriza por tener un sistema de salud fragmentado y en donde los pacientes pueden esperar hasta 10 años por un riñón sin tener la certeza de que la intervención será exitosa. El presente trabajo es producto de una investigación en curso con mujeres y hombres mexicanos que han perdido el riñón trasplantado.