El abandono de los abandonados: vejez exclusión en tiempos de pandemia
Los ancianos con suerte pasaran el final de su etapa vital, la vejez, en el ámbito del hogar, dónde el carácter marginal -en la cultura occidental inhente a la posición de ancianidad- se verá disminuido. Un entorno hogareño permite que los ancianos mantengan el carácter de persona social, así como mantenerse en su derecho de no ser abandonados. Esta suerte tiene su reverso en el momento en que se decide el ingreso en una residencia. En estos centros de "retiro" se evidencia, a la par, el mencionado carácter marginal de la vejez, cuando los ancianos se ven limitados a tener únicamente techo, comida y cuidados básicos, y el ser excluidos de su círculo social. El concepto de Goffman de "justificaciones racionales" daría de pleno en la esencia de esta exclusión en cuanto se refiere a que en las residencias hay una representación de lo que es el anciano junto con una burocracia que debe asumir responsabilidades de custodia para reducir la incertidumbre de la conducta de un anciano que convive en la institución. La pandemia de la COVID-19 ha conllevado la intensificación de este proceso de marginación y abandono, ya antes en marcha. Las vidas de ancianos perdidas en la sombra de la pandemia pone sobre la mesa el riesgo para las sociedades contemporáneas de ciertas poblaciones invisibles a las que los estragos del coronavirus ha hecho visibles. Los ancianos manifiestan múltiples patologías sociales que ha provocado el clímax de una dinámica ya existente de abandono de los abandonados.