El diálogo quiere tomar como punto de partida el entrecruzamiento que, en el caso de la investigación sobre familias y maternidades, se da entre vida personal y profesionalde las antropólogas dialogantes, cuyas propias familias tienen mucho que ver con sus investigaciones etnográficas. A menudo son las experiencias personales de las investigadoras las que las encaminan hacia determinadosámbitos temáticos, a centrar sus trabajos en ciertos aspectos de estos y a adoptar una posición comprometida o política frente a ellos; otras veces es el terreno el que acaba por hacer parte de la vida personal de quien investiga.Y esto puede acontecer no solo desde la práctica de una etnografía feminista, que sostiene expresamente ese entrecruzamiento y ese compromiso, sino también desde una etnografía “convencional” que no opone los principios metodológicos de esta estrategia de investigación (como el del “extrañamiento antropológico”) a un trabajo implicado, que se encarna y corporeiza.Etnografiar, por ejemplo, familias transnacionales, familias mixtas, maternidades en solitario o en pareja no heteronormativa, experiencias en procesos de adopción o reproducción médicamente asistida, permiten a la antropología no solo “documentar” esas realidades o cuestionar ideologías (sobre el parentesco, las relaciones de género, la maternidad, la paternidad, el amor, la familia, la migración, etc.) muy arraigadas, sino también dotarse de herramientas para contribuir a su transformación.