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Automóviles, el control más allá de la movilidad

Cada automóvil con el que nos cruzamos es el resultado de una cadena enorme, exagerada, de intereses, símbolos, economías y políticas que tiene tantas caras que no es fácil de explicar. Lo que sí podemos decir es que al día de hoy es uno de los objetos que concentra más privilegios de todos los que existen en la tierra. El automóvil cristaliza en torno a sí, la industria del petróleo, el acero, el aluminio y muchos otros, por no decir todos, los materiales habidos y por haber. Es el centro de las industrias de los grandes países, modela el espacio y encierra a las personas en modelos de movilidad, es un símbolo de los sujetos particulares y una manera de comunicación de la cultura de masas. Si nos preguntamos qué es un automóvil no podemos pensar que es sólo un medio para movernos, sino uno de los motores privilegiados del capitalismo mundial. Una máquina que excede constantemente su simple pretensión de ser un objeto, para convertirse en el modulador de las políticas, las subjetividades y los paisajes de todos nuestros mundos. Pero, cómo llegó hasta aquí, cómo se ha ido transformando y cuáles son los mecanismos que tras su potente manera de naturalizar los sistemas de dominación y los símbolos de la distinción. Para contestar partimos de la mirada de una comunidad de la Europa del Sur, donde el automóvil es parte central de un discurso asumido y naturalizado.