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La comunidad de Gasca. Cuando la criminalidad se volvió común y la salud excepción.

La comunidad de Gasca es un pequeño poblado asentado en el centro de México. Posee una traza urbana en forma de estrella que la vuelve muy peculiar, sin embargo, más bien se observa un poblado deteriorado, marginado y olvidado por las autoridades. Ahí, y en las cercanías, el robo de combustible, denominado ‘huachicol’, se convirtió en una práctica común para la población, así como el robo de mercancía como forma de mejorar su economía familiar; junto con esto, la drogadicción se incrementó significativamente. De esta manera, la criminalidad transitó a forma ‘de ser’ comunidad. En los momentos actuales de contingencia sanitaria, la población no acata las medidas de higiene y confinamiento. Se observa a los niños jugando en las plazas, en las calles, en las canchas o bañándose en las regaderas de los sembradíos. Lamentan no realizar sus tradicionales fiestas patronales y sólo obedecen las indicaciones si provienen del alta voz de su templo, aunque éstas sólo se refieren a los oficios religiosos. Las personas saben del problema sanitario refiriéndose a éste como peligroso, no obstante, lo subestiman. Prácticas tan peligrosas para la salud y el tejido social como las mencionadas se invisibilizan socialmente y otras para la conservación de ésta se rechazan o descalifican, mostrando cómo los valores sociales no se construyen por autoridad alguna, sea ésta gobierno o iglesia, sino en el caminar de las poblaciones. Ante esto, se realiza un trabajo antropo-etnográfico, para, desde ellos, transformar lo común en excepción y la excepción en cotidianidad.