Desde diversos espacios (academia, consultorías, instituciones) se ha difundido la idea de que la sostenibilidad en turismo es alcanzable implementando modelos donde la población local una capacidad de gestión sustancial a través de sus estructuras comunitarias y/o institucionales (municipio, etc.). Así, esas sociedades podrían diseñar su propio desarrollo en base a sus necesidades e intereses.En la comunicación analizaremos esta tesis a partir de un caso: Cotacachi (Ecuador), un municipio rural de población mayoritariamente kichwa. Desde los ’80 Cotacachi es reconocida por sus potentes organizaciones sociales y por una Municipalidad gestionada a partir de presupuestos participativos y asambleas. Organizaciones y Municipalidad iniciaron en los ’90 un programa para impulsar el turismo a partir de principios de sostenibilidad y autogestión. No obstante, el desarrollo turístico ha generado un incremento del precio de la tierra que está poniendo en riesgo los mecanismos de reproducción campesina. Aunque son plenamente conscientes de ello, ni las organizaciones sociales ni la Municipalidad tienen capacidad ni instrumentos para enfrentar el problema.El caso cotacacheño evidencia que la idea de un turismo autogestionado parte de una premisa errónea: que la población local, mediante sus estructuras organizativas e institucionales, tiene pleno control sobre el territorio. Por el contrario, las políticas y legislaciones estatales (o la ausencia de ellas) pueden determinar de forma mucho más significativa el desarrollo del turismo, por cuantioso que sea el capital social local.