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LA PERCEPCIÓN PARTICIPANTE COMO UNA HERRAMIENTA METODOLÓGICA FEMINISTA

La antropología, como disciplina moderna, continúa reproduciendo, de manera sutil, sesgos etno- y androcéntricos. Precisamente, derivado del prurito reflexivo que caracteriza a la antropología, cuyo fin es paliar dichos sesgos, nació en los años 80 una antropología de los sentidos cuyo fundamento es la consideración de la percepción no sólo como un acto físico, sino también cultural (Classen, 1997).Uno de los obstáculos para reclamar dicha antropología como “[…] enfoque alternativo para el estudio de la cultura”[1] (Classen, 1997: 402) es la supremacía cultural occidental de la vista (desde el S.XVIII) que, además, es conectada simbólicamente con el dominio sociocultural de los hombres (Classen, 1998). El cuestionamiento de la línea que divide los sentidos “civilizados” y “masculinos” (vista y oído) de los sentidos “primitivos” y “femeninos” (tacto, olfato y gusto) genera una excelente oportunidad para reflexionar sobre el método etnográfico.Basado en experiencias etnográficas en el ámbito deportivo con varones con discapacidad visual y tomando como marcos interpretativos; los estudios feministas y de género, la antropología de los sentidos y los estudios sociales y culturales del cuerpo y la discapacidad, el objetivo de esta comunicación será reflexionar acerca de la experiencia corporal-sensorial de los sujetos de estudio y del etnógrafo/a, criticar la observación participante como práctica sensorial sesgada y reivindicar la “percepción participante”[2] (Pink, 2009) como una herramienta feminista.Bibliografía citadaClassen, C. (1998) The color of Angels. Cosmology, Gender and the Aesthetic Imagination. London, Routledge.(1997) “Foundations for an anthropology of the senses”, International Social Science Journal, 49(153): 401-412.Pink, S. (2009) Doing sensory ethnography. London, SAGE. [1] Traducción propia.[2] Traducción propia.

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