El pastoreo, como elemento central del mito de origen vasco, ha generado numerosas obras desde el inicio de la tradición vasca de antropología. A pesar de ello, la presencia de las mujeres en dichas obras se visualiza en poco más que su ausencia, por lo que ha sido necesario un estudio para contestar a la pregunta que he oído tantísimas veces: ¿Y qué hay de las pastoras? Por ello, el objetivo principal ha sido dar protagonismo a la mujer pastora, tratando la cuestión de ser pastora y llegar a serla y a través de ello, desarrollar un discurso sobre el concepto de reconocimiento. El estudio se basa en las experiencias de vida de 9 pastoras. Los perfiles de las mismas son amplios y representativos de tres generaciones y de las cuatro provincias del territorio español: Gipuzkoa, Alava, Bizkaia, y Navarra. Información que fue adquirida a través de entrevistas semi-formales y observación participativa. Se revela varios aspectos de la vida pastoril femenina: –Una conexión íntima a un hombre, sea padre o marido, que les inicia al mismo y un arraigo inherente al modo de vida con el rebaño. –El contraste de los roles etxekoandre y artzain le convierte en el eje de la explotación familiar, resultando en una doble carga de responsabilidades y conflicto interior entre el deseo y la obligación. –Un asunto multifacético de reconocimiento, aunque no uniformemente experimentado, sufrido en múltiples niveles de sus vidas, desde lo más personal del ser individuo a lo amplio del sector en general.

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