En esta comunicación trato de explorar los procesos de construcción de una buena vida en Errenteria, una ciudad postindustrial del País Vasco. Mediante la observación de las prácticas cotidianas de la gente común en su esfuerzo por asegurarse el sustento, intento ver cómo actúa el contexto de incertidumbre radical en su proyecto de vida. La crisis entendida como el grado de certidumbre en la vida, en el que no es posible buscar coherencia en el presente ni crear narrativas predectibles sobre el futuro, impulsa a los hogares populares a vivir al día. ¿Cómo proyectar una vida, si los ingresos varían significativamente cada mes? ¿Cómo planear un futuro, si no sabemos el horario de la semana que viene? En esta comunicación exploro los significados cotidianos que adquiere el vivir al día, que lejos de englobar un solo estilo de vida, expresa una variedad de ideas morales y condiciones de existencia diferenciadas. Mediante la observación y comparación de las trayectorias laborales se observarán los procesos y los marcos más amplios por los cuales las personas intentan construir una buena vida.   En última instancia, el proceso de construcción de una buena vida explicita la tensión entre la economía moral, entendiendo esta como las expectativas y obligaciones no contractuales que asumen las personas en su dependencia mutua (Scott 1976, Thompson 1971) y la economía política, el marco amplio de la estructura y los constreñimientos macro de las decisiones (Wolf 1982, Harvey 2003).

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