Las prácticas de diseño de “prototipos”, objetos que se desarrollan en el ámbito institucional de las artes – medialabs- mediante procesos colaborativos abiertos e interdisciplinares, suponen el establecimiento de todo un circuito de acciones constantes (open-ended). Esta dimensión procesual es la que caracteriza tanto a la práctica como al objeto resultante. Insertada en una forma de economía del conocimiento (como una red de aprendizaje en procomún), los prototipos resultan de intra-acciones a través de las redes de confluencia que la comunidad de práctica desarrolla, generando materialidades que presentan, más que representan, las propias ideas y formas de entender el mundo mediante las que son constituídos. Así, conllevan definiciones sociopolíticas, estéticas, morales y económicas, es decir, suponen ontologías materializadas (Fernández 2015). Este concepto refiere a un objeto material que incorpora en su materialidad no sólo una forma de conocer o pensar el mundo, sino una forma de definir los seres y entidades que lo habitan, tanto como las relaciones entre ellos. De esta forma, ontología materializada remite a las relaciones inalienables entre el sujeto y el objeto a través de la práctica que los conforma a ambos, deshaciendo las dicotomías cartesianas de objeto/sujeto; mente/cuerpo; idea/forma, etc. Es este proceso de producción de conocimiento por el que tanto los sujetos como los objetos resultan constituidos, en un hacer haciéndose, que reconfigura a su paso la definición de diversos espacios de práctica.

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