Un enfoque antropológico del arte permite analizar la diversidad socio-cultural que encierran las prácticas artísticas contemporáneas. Las cuales al ser tan diversas requieren de un enfoque que dé cuenta de los procesos socioculturales que hay detrás de éstas. Pues una característica de ellas es que la experiencia que producen no se limita a la contemplación de objetos artísticos, sino que las obras son un vehículo, un medio, para hablar de la identidad, el sistema de creencias y la cotidianidad de distintos grupos en diferentes contextos. Entre los artistas que trabajan con diferentes grupos sociales y culturales y emplean estrategias de la antropología para producir sus obras encontramos a los latinoamericanos Teresa Margolles, Ruby Rumié, Maruch Sántiz Gómez, Francis Alÿs y Yoshua Okón. Néstor García Canclini destaca que “Se produce un “giro etnográfico” en el estudio del arte y en la misma práctica de los artistas: ante la dificultad de arribar a respuestas universalizables, observamos qué hacen los que dicen hacer arte, cómo se organizan, con qué operaciones lo valoran y lo diferencian de otras actividades” (2010: 40). Ante un panorama en el que el arte contemporáneo es polisémico, mutable, interdisciplinario y multicultural, se requiere que también las ciencias sociales dejen de intentar encontrar certidumbres donde ya no las hay, para en lugar de buscar respuestas a preguntas vinculadas con una particular concepción o postura frente al arte, construir nuevas interrogantes que permitan dar cuenta de sus cambios, transiciones, interacciones y diversidad cultural que expresan las prácticas artísticas.