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CLOWNS: MÁSCARAS, ESCUDOS Y UMBRALES

El payaso, el clown, ser monstruoso y liminal, mitad niño y mitad adulto, mitad humano y mitad animal, halla la alteridad en su propio interior, habitando y siendo habitado por un juego de identidades múltiples y esquizoides. Su mayor desafío, aquel que anhela alcanzar al calzarse la nariz roja, radica en encontrar más allá del umbral -tal vez engullido, tal vez cadavérico- al niño que un día fue. En muchos casos, la nariz roja, la máscara más pequeña del mundo, incumple simbólicamente la primera regla del enmascaramiento: el disimulo, la metamorfosis, la posibilidad de ser otro. La nariz roja, a través de los paradigmas de la subjetividad y de la autenticidad, potencia la transformación en uno mismo. O así lo entienden mis informantes.La presente comunicación atenderá al cuerpo grotesco del clown y a los usos políticos del humor, a partir de una mirada etnográfica a una brigada de payasos activistas. Haciendo trabajo de campo en en las redes del movimiento CIRCA (Clandestine Insurgent Rebel Clown Army), el antropólogo aprendió a fracasar como payaso y a revisar la cara oculta del fracaso antropológico, aquella que tanto nos aleja -entre tropezones, burlas y malentendidos- de la imagen de héroe con la que Sontag ligó la "ocupación total" del antropólogo a mediados de los sesenta.Analizar los significados del clown en su reapropiación activista, revisar los usos del humor militante, recordar la condición social de la risa y narrar las tácticas del cuerpo puestas en escena por la brigada serán aquí los objetivos principales.

(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo