Un tema de creciente atención en la antropología contemporánea es el de la expresividad ritual en la vida política moderna. Si bien la categoría “ritual” es tan antigua como la disciplina, su conexión con lo político es mucho más reciente en la teoría antropológica. La preocupación por el ritual surgió en el campo de estudio sobre los orígenes de la religión en las sociedades “primitivas”, concebidas como sociedades “sin política”. En los años cuarenta del siglo pasado cuando el estructural-funcionalismo atrajo la política a la disciplina, ésta fue pensada exclusivamente como ausencia de conflicto. Esto propició la inclusión del ritual en el naciente campo de la antropología política, pero limitado unívocamente a una función estabilizadora del orden social. Desde entonces al presente muchos cambios ocurrieron. Hoy día se reconoce que el ritual no se restringe exclusivamente al campo religioso, a las sociedades “tradicionales” y a la reproducción del consenso. Muchas prácticas rituales expresan resistencias, potencian disensos o contribuyen a procesos de cambios políticos. Las propias fronteras entre lo sagrado/profano; lo tradicional/moderno o la tensión integración social/conflicto se han vuelto mucho más porosas. Una respuesta teórica a estas transformaciones ha sido la de discutir la pertinencia de la antigua categoría, planteando incluso su sustitución por la noción más abarcativa de “performance”; pero esto coexiste con una apuesta por su redefinición, adjetivada bajo el término compuesto de: “ritual político”. Esta ponencia propone examinar la genealogía, aplicación en investigaciones etnográficas contemporáneas y una reflexión sobre la potencialidad heurística de la categoría “ritual político”.