FESTIVALES DE CINE AFRICANO: UNA ALFOMBRA ROJA PARA LA “OTREDAD” COMODIFICADA.
Cada año en el planeta se celebran entre 1200 y 1900 festivales de cine, convirtiendose en una parte imprescindible de la práctica cultural y del mercado de la cultura. Esta red de festivales necesita una compartimentación en sus temáticas y un apretado calendario de fechas de celebración si quiere ser útil para la propia industria cinematográfica. En este contexto, un Festival de Cine Africano es un producto cuyo criterio de puesta en el mercado es hacer valer su etiqueta de denominación de origen, “comodificando” (Comaroff, 2011) su “africanidad”. La definición de “Cine Africano” lleva implícito un proceso de auto-alterización, de escisión del Cine en “Otro Cine” creando espacios diferenciados para su difusión y comercialización. En su diseño hay todo un entramado de conocedores, un “sistema experto” (Giddens, 1994) que ofrece al consumidor un producto acabado, diseñado según ciertos parametros y dirigido a un público concreto. Imágenes para un mercado global ávido de productos “exóticos” que permitan la experiencia de “lo global”. Pero, ni las naciones, ni las “culturas”, ni las “etnicidades” hacen cine, ni siquiera los continentes, por grandes que estos sean. No es “África” la que apoya su ojo tras el visor de la cámara.... por lo tanto, ¿cómo debe ser el ojo que se posa detrás de una camara que rueda “cine africano”?
(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo