En la comarca jerezana la vitivinicultura ha sido una ocupación tradicional a lo largo de los siglos, por lo que el vino y la vid tienen en ella una fuerte carga simbólica y cultural. En este sentido, dicho saber hacer y su devenir en el tiempo supone una clara seña de identidad para la comarca. La viña no es sólo un paisaje característico del Marco del Jerez, lleva aparejado un modo de vida y una manera de entender el mundo identitario en estas tierras, que se mantiene a pesar de los cambios y de la evolución inherente a todo patrimonio inmaterial. Dichas señas de identidad son visibles en todos los ámbitos de la vida en sociedad, aunque en muchos casos reconvertidas para nuevo usos más acordes con los tiempos. Hablamos del conjunto de saberes referidos al cultivo y cuidado de la viña y la elaboración del vino (pago de viña, vara y pulgar, criaderas y soleras, cabeceo …), de un buen número de oficios auxiliares asociados a la viña y la bodega (tonelería, artesanía de venencias, serigrafía …), de una particular fisonomía arquitectónica (bodegas catedrales, casas de viñas, tabancos, mostos …), de una serie de rituales festivos de estacionalidad cíclica (Romería de las Viñas, Fiesta del Mosto de Las Tablas, Fiesta de la Vendimia …), de una rica gastronomía asociada a una concreta cultura del trabajo (ajo de viña, tocino de cielo, arrope …) en definitiva, de un extenso patrimonio cultural que merece la pena conocer y re-conocer.