Dime con quién andabas y te diré quién eres
Llegué a México por primera vez en diciembre de 1968 como “vil” turista junto con dos amigas de Australia. Sin asomo de pena, no hablábamos español y nuestros niveles de ignorancia respecto a México y América Latina en general, ahora me asombran. Yo era la más informada de nuestro trío, porque estaba enterada que el Che Guevara luchaba en Bolivia, y que había ocurrido una revolución en Cuba en los cincuenta. Ignorábamos el trauma que la mayoría de las estudiantes de la UNAM estaban viviendo después de la derrota del movimiento estudiantil de´68. Nosotras la pasábamos bien - fiestas, cantinas, discotecas, pirámides, museo de Antropología, Xochimilco –“wonderful Mexico”Durante esta primera visita, no tengo claro cómo, pero llegamos a la cafetería de Facultad de Economía en la UNAM. Nos impactó ver a unos estudiantes (hombres) agitados y enardecidos arengando a los comensales. Obviamente algo terrible había pasado, pero como no entendíamos nada y no pudimos preguntar, nos quedamos mudas e ignorantes. Ni en sueños hubiera podido imaginar que regresaría a México en 1973 y estudiaría y trabajaría en esa misma universidad y, en esa misma facultad de Economía, por cuarenta años. Tuve una vida académica que dio muchas vueltas, inspirada y enriquecida por intelectuales mexicanos y la llegada de los exiliados chilenos, argentinos y bolivianos a México en los setenta. Los militares les llamaron agentes de la "subversión apátrida" pero en México les recibimos como héroes y sobrevivientes de una guerra. Que privilegio tenerlos como Maestros y compañeros de clase.
(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo