Las comunidades afrocolombianas y chilapas de las cuencas de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó en el municipio de Carmén de Darién, han sufrido prolongados procesos de violencia por parte de actores armados al margen de la ley y empresarios del banano y agrocombustibles. En la década de 1990, grupos paramilitares hacen presencia en la zona y propician una disputa territorial con bloques guerrilleros que habían arribado previamente; a raíz de esta situación, se generan dinámicas de destierro y despojo hacia estas comunidades, justo en el momento en que el Estado colombiano había reconocido, por medio de la Ley 70 de 1993, su derecho a la autonomía territorial y cultural. Ya en la década del 2000, estas poblaciones inician el retorno a sus territorios; hoy por hoy continúan luchando por el reconocimiento identitario, territorial y cultural. En ese sentido, me interesa reflexionar sobre las estrategias de resistencia que han conformado estas comunidades a partir de los fenómenos de violencia referidos: de un lado, las luchas por el territorio a través de la titulación colectiva; y del otro, las relaciones solidarias entre dos grupos, en principio antagónicos, que fueron víctimas del despojo. Para ello, tendré en cuenta sus discursos en torno a la identidad y el territorio, así como las nuevas formas de organización en medio del conflicto armado, mismo que ha tomado un nuevo impulso con la conformación de bloques neo-paramilitares que entran en escena ante la posible desmovilización de la guerrilla de las FARC.