El texto propuesto es parte de un trabajo etnografico más amplio sobre la construcción social del cuerpo fetal y de la fase prenatal en Barcelona, llevado a cabo por observación participante (y algunas entrevistas) en diferentes contextos de la ciudad. En todos éstos, está muy debatido el tema de lo que puede influenciar el desarrollo psicofísico y el bienestar del feto: comida, substancias, químicos, hábitos de vida, tecnologías. Las gestantes pueden encontrar informaciones en un gran numero de fuentes (Internet, charlas comerciales, cursos, talleres, revistas, consultas de profesionales), a veces contradictorias.En el presente texto se muestra que en algunos de esos discursos emerge un punto común. A menudo, es el estado anímico de la gestante lo que acaba siendo considerado la más poderosa influencia sobre el feto. No solo sobre su estado en el vientre materno, sino también sobre su desarrollo físico y psíquico, con consecuencias a largo plazo. En varios entornos, las emociones negativas, sobre todo el estrés, representan el mayor perturbador para el feto. En cambio, ritmos de vida suaves y respetuosos hacia la gestante, así como experiencias sensoriales placenteras y un entorno afectivo satisfactorio se ven como algo que puede impactar en positivo al feto.Con el texto propuesto se demuestra cómo el tema de los compuesto tóxicos – en éste caso, las hormonas del estrés – proporciona un enfoque ulterior para analizar la cuestión del cuerpo fetal, visto a la vez como parte del cuerpo materno y ser distinto.

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