Los dominios de la biomedicina y la religión parecen disolverse o, por lo menos, sus límites se tornan cada vez más borrosos frente a las dimensiones que adopta el mercado de la cura de las almas y los cuerpos, como reconocen diversos estudios (Bourdieu, 2004; Idoyaga Molina, 2002; Albert, 2014; Cornejo, Blazquéz y Flores, 2014). Ya en los años 80, Pierre Bourdieu nos habló de la disolución de la frontera del campo religioso de forma que diversos agentes (no solo clérigos) se ocupaban del bienestar y de la atención de las emociones, la salud, etc. Así, se nos ha descrito la redefinición de las competencias en el interior del campo religioso que resulta del hecho de que los límites mismos entre el campo religioso y los otros campos, y en particular con la medicina, han sido transformados (Bourdieu, 2000:103). En este campo de cura de almas ensanchado, y de fronteras imprecisas, se asiste a una lucha de rivalidad nueva entre agentes de un tipo nuevo, una lucha por la redefinición de los límites de la competencia. En el caso español, no será hasta los años 80, en ese nuevo contexto de libertades políticas y aperturismo, cuando las espiritualidades alternativas, así como el fenómeno del pluralismo asistencial empiece a filtrarse en este territorio que de forma tardía y paulatina ira asentándose en las décadas siguientes. Se trata hoy de una realidad ya bien visible tanto en espacios institucionales como los hospitales y centros de salud (enfermeras que ofrecen reiki a sus pacientes, médicos que recomiendan meditación, yoga, etc.) como en el funcionamiento de centros de terapias holísticas, alternativas, integrales, etc. que operan en cualquier ciudad española. En este trabajo queremos abordar desde una perspectiva teórica la constitución de este campo emergente así como mostrar desde la evidencia empírica la confluencia entre salud y espiritualidad.

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