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Niños mayas, arquitectura vernácula y fiesta patronal: ¿quién tiene derecho a qué?

Las fiestas patronales mayas de Yucatán involucran diversos elementos rituales, incluyendo corridas de toros. En éstas, los protagonistas son un grupo de expertos en arquitectura vernácula: los palqueros. Se les nombra así por ser los encargados de amarrar (construir) los palcos del tablado (ruedo). El amarre constituye un entorno temporal de aprendizaje para niños y jóvenes, de acuerdo con las teorías pedagógica y psicológica mayas. Quienes guardan relación de parentesco con los palqueros, observan y participan hasta volverse expertos. Para quienes no la guardan, la observación confirma la proximidad de la fiesta y, periféricamente, aprenden sobre el amarre. Todos quieren gustar (presenciar) las corridas. Como apuntan los adultos, “si a un padre de familia le dicen por su hijo, ‘sabes qué, llévame a gustar’, va a salir”.Desde 2016, el entorno de aprendizaje y los derechos de los pueblos originarios han sido amenazados por iniciativas de partidos políticos, OSC’s defensoras de animales y comisiones estatales de derechos humanos, al intentar prohibir la entrada de niños a las corridas, argumentando que “afecta la integridad psicológica…, volviéndolos insensibles al dolor ajeno”, escudándose en la Convención sobre los Derechos del Niño.El objetivo del trabajo es describir el proceso de aprendizaje en ese entorno temporal, a la luz de las teorías pedagógica y psicológica mayas, y discutir críticamente los derechos de los niños mayas frente a la mirada occidental que universaliza una concepción sobre la niñez y los niños.

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