La presente ponencia es parte de un estudio mayor que viene desarrollándose desde 2008, en la Ciudad de México con luchadores profesionales que practican lucha libre mexicana. En la presente investigación se desarrolla un tema recurrente entre los luchadores: el dolor habita cuerpos extenuados, golpeados y lacerados en la misma práctica. La lucha libre es un deporte espectaculo que incluye tomas, llaves, lances, que oradan el cuerpo del deportista a lo largo de sus carreras. A su vez este debe ser domesticado para que los los deportistas puedan ejercer su profesión. Las lesiones son parte del trabajo y con ellas la adaptación al dolor constante por parte de los luchadores. Cuando el dolor aparece, los luchadores deben gestionarlo para poder seguir trabajando de forma contínua. La percepción del dolor trae aparejadas diferentes dimensiones: el dolor como mérito es índice de que el trabajo fue realizado, de que si hay dolor hubo esfuerzo, hubo entrega. El dolor silencioso, que lleva a la soledad e impacta en las familias. El dolor como testigo del tiempo, que va incrementándose conforme la profesión va sumando años. Este trabajo busca exponer y problematizar la percepción de dolor y su tratamiento en luchadores que buscan por un lado aliviarlo y por otro lado buscan convivir con él hasta las ultimas consecuencias. Las familias, los gimnasios, las arenas, los espectadores, son testigos de cuerpos que llegan su límite en post de desarrollar una profesión que a largo plazo se transformará en un estado crónico.