El ser humano dotado de consciencia vive un proceso de construcción de su identidad y de construcción social de la realidad, formando el criterio de la identidad del sujeto con miras a un equilibrio entre su integración social y su independencia individual, conjugando elementos culturales que incluyen la historia y los ancestros en común vinculados directamente con el territorio y con un sistema de significaciones compartidas como el idioma, más allá de las fronteras territoriales. Esta “memoria colectiva” está ligada a una pertenencia territorial con determinada espacialidad y temporalidad, definiendo lahistoria de un grupo y su construcción identitaria. Esta pertenencia territorial ejerce poder sobre un grupo étnico al imponer la identidad del territorio habitado marcando una diferenciación y una comparación con la alteridad. De este modo, las fronteras juegan un rol en la construcción de la identidad por la creación de un espacio de frontera, en el cual, desde la ideología de la nación, la interculturalidad conlleva el riesgo de una ideología de la opresión. El conflicto aparece en el reconocimiento tomando consciencia del yo y definiéndose como independiente o dependiente en la distinción sujeto-objeto. Desde esta perspectiva, los movimientos de pueblos originarios definen su relación con la cultura hegemónica en un contexto de transformación hacia una sociedad post-industrial y del nacimiento de una cultura post-materialista.

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