En 1905 Noruega se independizó de Suecia. Esto supuso la necesidad de culminar el proceso de creación estatal que se había iniciado ya en las décadas finales del siglo XIX, pero sobre todo supuso la necesidad de creación de una identidad colectiva, nacional, que diferenciara a los noruegos de los suecos. Fue en su pasado histórico y en su especificidad donde se buscaron los elementos que simbólicamente los iban a representar de forma colectiva: retomaron y re-representaron un pasado histórico singular como fueron los norsemenn, de los que recuperaron su estilo artístico principalmente, y también abstrajeron e hicieron emerger una naturaleza que el movimiento del Romanticismo que se estaba dando en Europa, había asumido como símbolo ideal e idealizado; una naturaleza que, además –junto con la ruralidad-, fue uno de los principales elementos diferenciadores de los suecos, que tendían a una identificación con los espacios urbanos. Los fjords, los bosques y las montañas fueron los elementos de esa Naturaleza re-representada y re-conceptualizada de forma absolutamente positiva, que se incorporaron a la identidad nacional noruega. Esta percepción conllevó también la creación de una forma idealizada de relación con el individuo. De esta forma, la Naturaleza tomó forma personificada, simbólica, de espacio relacional colectivo y con el yo individual; se representó como elemento de identidad nacional y la forma en cómo se relaciona el individuo con Ella, se convirtió en uno de los elementos que inicialmente se pensaron socioculturalmente singulares -a pesar de ello, es comparable en toda Escandinavia. Mi propósito en esta comunicación será doble: analizar el proceso por el cual los noruegos seleccionaron primero e incorporaron después los fjords, los bosques y las montañas en su identidad nacional y analizar la forma de representación de la Naturaleza para poder establecer las pautas de relación que el individuo establece con Ella.