Tomando como base una etnografía de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Poma de Girona, en esta comunicación se discute cómo procesos productivos agrícolas altamente intensivos en capital descansan sobre una articulación de prácticas agrícolas tradicionales guiadas por dispositivos científico-tecnológicos de control y adaptación permanente a las demandas del mercado. En el caso que nos ocupa, es central el rol de un centro de investigación aplicada situado en el área de producción de la IGP. Un área sobre la que establece una malla de monitorización, ajuste y control permanente de los procesos de producción y de los mismos productos (las diferentes variedades de manzanas). En esta malla es fundamental el papel de la tecnología, que incrementa las posibilidades de monitorización y micro-coordinación de actuaciones a lo largo del ciclo productivo, que a su vez permiten intervenir sobre la variabilidad natural del proceso agrícola, lo cual, finalmente, hace posible la adaptación a las no menos variables demandas del mercado (en lo relativo a las características de las manzanas, pero también a los tiempos, volúmenes, condiciones de distribución, etc. ) En este contexto, la distinción entre “naturaleza” y “cultura” (o “tecnología”) no aparece como una distinción de carácter ontológico, sino más bien como el efecto de un entramado de procesos y prácticas en las que la característica mutua implicación y co-constitución entre ambos polos queda, finalmente, oculta en un dualismo. Un dualismo que se muestra tanto en su uso por parte de los distintos actores en el campo (agricultores y científicos), como en su disponibilidad como presupuesto teórico para la producción de la propia etnografía.

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