La violencia no es sólo una respuesta casual e individual a situaciones concretas, sino que también viene dada por una construcción histórica y cultural que influye en la intencionalidad e incluso en el móvil antijurídico. Es decir, que el modo como se construye culturalmente la violencia, con qué fines, cómo se manifiesta y cómo se reconoce, son constituidos históricamente desde la sociedad y las relaciones sociales que ésta presenta. Los factores o "condicionantes socioculturales" (según el preámbulo de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género) explicarían más aquellos casos que, en correlación con dichos factores, supusieran fluctuaciones significativas en su acontecer. En las concepciones y políticas sobre la violencia de género, en particular, y de la desigualdad social, en general, se recurre a una visión de la estructura social muy clasificatoria y sincrónica. Se tiende a utilizar una concepción estática y dicotómica (hombre/mujer, masculino/femenino), aunque la Antropología social ha puesto de manifiesto la carga etnocéntrica y simplificadora de dicha concepción. Entonces, en los análisis hegemónicos de la llamada violencia de género, subyace una concepción estática de estructura, una concepción estereotipada de los sexos, de los géneros y sus relaciones, y una concepción determinista, transhistórica y universal del "sistema patriarcal". Consecuentemente, esta lógica polarizada contribuye a que muchas de las explicaciones de la violencia en las parejas utilicen un lenguaje estereotipado desde el comienzo. La comunicación que presento surge a partir de una investigación etnográfica, que parte del estudio de casos jurídicos en su contexto. Pretende analizar los factores sociales, culturales y políticos que subyacen al fenómeno de la violencia de género abordando el significado que han tomado los "condicionantes socioculturales" para los agentes jurídicos que trabajan entorno a dicha Ley.

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