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Crecimiento del Estado penal y represión del movimiento feminista

La criminología feminista ha hecho evidente que el poder patriarcal y el poder punitivo han ido de la mano, protegiéndose. El poder patriarcal es el encargado de garantizar el control de las mujeres y de aquellas personas que quedan fuera del modelo heteronormativo, y así aparecen las instituciones de cierre para las mujeres como son la familia o el matrimonio ( en las que se adquieren las ideas de control y pecado. El poder punitivo se encarga de ejercer una importante función simbólica, porque la vigilancia y la coerción sobre los hombres pueda implicar el control sobre las mujeres. En tiempos de neoliberalismo se ha producido una "virilización del Estado y de sus funciones. El brazo "viril" y controlador se ha fortalecido, mientras que el brazo social, "maternal" y educador, representado por las políticas de bienestar y de cuidado, se ha debilitado. El contexto de crisis económica no ha hecho más que profundizar en el debilitamiento del Estado social. Ante la situación de crisis económica el movimiento feminista en Catalunya ha ido creciendo. El moviminto ha denunciado como los recortes significaban un rehogarización de los cuidados, pero además ha reconocido aquellos sujetos que el modelo social dominante estigmatiza y excluye. Así, ha trabajado para la visibilización y los derechos de las mujeres migrantes, de las trabajadoras sexuales, de las trabajadoras domésticas o del movimiento LGTBQ. Esto ha permitido configurar unos nuevos marcos de interpretación que han puesto en cuestión la actuación del Estado penal sobre sujetos excluídos. Esta comunicación explica estas interacciones gracias al análisis de 4 grupos de discusión con activistas de los movimientos sociales. 

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