Los vehículos aéreos no tripulados, drones, han transitado del ámbito militar al civil, derivando en sinnúmero de aplicaciones donde destaca la producción de fotos y videos aéreos.   Antes que los drones militares, a las palomas mensajeras se les adaptaba una cámara para la obtención de fotografías aéreas, pero la lógica a la que obedecen los primeros y las segundas es la misma: “ver sin ser vistos”.  Esta premisa nos permite pensar a los drones, más que como artefactos tecnológicamente avanzados, como posibilitadores de un proceso de representación visual deliberado. Cualquiera que sea la motivación para volar un dron, quien lo hace genera una “mirada” particular que obedece a una intención específica: ver desde las alturas; además que ofrece perspectivas y tomas que de suyo son espectaculares, también implica una manera de observar que recae sobre el otro o sobre lo otro. En los drones, la cuestión de la mirada reside tanto en el medio que se utiliza como en la forma en que se utiliza este medio. Si partimos del hecho de que la relación entre imagen y realidad social está mediada por la forma en que toma el producto audiovisual, entonces tenemos un modo de representación visual particular derivado de la utilización de drones, lo cual merece una reflexión antropológica. Finalmente exploraré si la “mirada” que permiten los drones sobre algo o alguien, pudiera servir o no de apoyo en la investigación etnográfica y, en todo caso, cómo afectaría la naturaleza de ésta. 

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