Ottana, pequeña comunidad de montaña de la Barbagia (Cerdeña), a partir de los primeros años de la década de los setenta, ha vivido un extraordinario cambio económico caracterizado por la materialización de una industria petroquímica; hecho que ha provocado determinadas repercusiones en la práctica de la demarcación de los confines identitarios locales. Durante cuatro décadas, la industria, además de haber garantizado la actividad laboral a los habitantes, ha sido motivo de orgullo por parte de los mismos, que la han tratado como símbolo identitario. Hoy en día, la industria ha cesado su actividad y el pasado industrial se vive como un problema de la comunidad; un evento que hay que rechazar y, posiblemente, esconder a los ojos de los que observan el pueblo desde fuera. En su lugar, se asiste a la exaltación del carnaval como nuevo símbolo identitario local. Su celebración está frecuentemente relacionada con el hecho de exorcizar el pasado industrial, que en la actualidad se ve como una “vergüenza” del pueblo, especialmente para la herencia del paisaje industrial. La retórica identitaria ligada a la tradición carnavalesca, claramente influenciada por lo que Bernardino Palumbo ha definido como el Global Taxonomic System (2011), tiene como objetivo el dar una imagen nueva al pueblo, ya que convierte el evento industrial en algo marginal y ligado ya al pasado. En estas dinámicas identitarias se expresa, entonces, una manifestación de poder (Herzfeld, 1997) que desea “eliminar” el discurso industrial para sustituirlo por ese del carnaval “más válido” institucional, política y económicamente.

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