Antes de empezar el trabajo de campo sobre trabajo sexual no tenia la percepción personal que el estigma fuera un elemento importante de esta práctica social. A medida que la investigación avanza y las informantes se refieren asiduamente al estigma como origen y explicación de muchas situaciones cotidianas de diversa índole, el “estigma  puta” deviene objeto de estudio.El propósito es realizar una descripción de los obstáculos y dificultades que supone el estigma para aquellas personas que tienen una relación implicada o por contacto con la prostitución. Incluso llegan a suponer unos muros físicos, tangibles y concretos. Las informantes sortean cotidianamente las trabas en base a relaciones de solidaridad e intercambio de información sobre cómo realizar este trabajo en condiciones de seguridad y autonomía. Impugnando por igual la práctica de relaciones de trabajo a terceros capitalista y la moral sexual patriarcal: “Ni patrón, ni marido”La normalización de la prostitución, cuyo objetivo es que el estigma desaparezca, va tomando fuerza y amplitud como movimiento social con organizaciones pro-derechos del trabajo sexual. Se articula como causa política que reclama derechos laborales y ser reconocidas como sujeto activo de pleno derecho. En el plano discursivo de derechos humanos reivindican el punto crucial que supone discernir entre las situaciones de “trata de seres humanos” y “prostitución” como una premisa necesaria para identificar a personas que efectivamente están en situaciones de violencia o coerción, en cualquier ámbito laboral.

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