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La construcción de la periferia urbana tiene una dimensión tanto geográfica como simbólica.Se propone una reflexión sobre la imposición de una “paisajización” en un contexto social que se posibilita mediante un proceso de anulación y neutralización de los quehaceres, usos, costumbres, historias de ese entorno. Cómo ello acaba, en definitiva, con las diversas narrativas propias de ese determinado ecosistema social. A partir de  la generación del vacío posterior, se aplana el camino para la construcción de un paisaje (simbólico), entendido como un espacio urbano en formato de lienzo social: susceptible de ser vivenciado según la libre proyección de quienes lo observan y experimentan, y al margen de quienes lo ocupan de manera permanente. El formato, puede ser el de un paisaje determinado o el de un paisaje cualquiera, según ese espacio se tematice o no. Esta lógica, dialoga y se explica en tanto que técnica de conversión del valor de uso al valor de cambio del espacio urbano, constituyéndolo simbólicamente en producto perfecto en tanto que paisaje –y, por ello, contenedor vaciado de bagaje social, susceptible de ser rellenado a voluntad a cambio de precio-.

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