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La reconstrucción de la memoria a través del paisaje material.

La construcción del paisaje material hace que se identifique un edificio, una plaza o una calle con un suceso concreto, con una utilización específica o con una importancia simbólica determinada. La cotidianidad en el uso de este imposibilita muchas veces el reinterpretarlo para convertirlo en elemento “vivo” dentro de la propia sociedad. Sin embargo, si nos paramos a observar podremos descubrir casos donde a ese patrimonio se le ha imprimido una nueva significación que va más allá de un mero cambio en su funcionalidad. No me refiero en hacer de una plaza de toros un hotel rural, sino en convertirlo en el soporte de la reconstrucción de la memoria colectiva. Como escenarios de una recreación artística, los paisajes urbanos empiezan a dar sentido a la historia local, desprendiéndola del olvido del protagonismo de su sociedad. Un caso etnográfico donde se aprecia esta nueva redefinición de sus elementos patrimoniales es el municipio de Almadén (Ciudad Real), donde el primer fin de semana del mes de Agosto se reinterpreta su historia, alejándola de los intereses económicos y políticos que hasta hace unos años la regían. Un uso turístico de su patrimonio, donde se resaltan aspectos identitarios, teniendo como escenario un paisaje material despojado de su cotidianidad.

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