La creciente coincidencia entre grupos socialmente excluidos y lugares excluidos da cuenta del carácter adverso de la “integración” de los pobres a la ciudad. Puesto que las fronteras sociales son a la vez culturales y morales, comprender dicha integración excluyente, nos conduce a las dimensiones simbólicas y relacionales que contribuyen a crear, mantener y reproducir la pobreza y la desigualdad. Los procesos de mercantilización social se expresan en espacios urbanos crecientemente fragmentados, junto a un discurso criminalizador de la pobreza y una sociabilidad urbana dominada por la desconfianza, la estigmatización y el miedo. En la ciudad de México, aunque las brechas socio-económicas no son un fenómeno novedoso, se exacerbaron ante nuevos patrones de urbanización. Paralelo al encierro de los sectores privilegiados, aumentó la concentración de los más desfavorecidos en grandes aglomeraciones de pobreza y periferias cada vez más distantes. El análisis se basa en el trabajo etnográfico realizado en un municipio de alta de concentración de pobreza en el oriente de la Ciudad de México, donde realicé entrevistas en profundidad con residentes del lugar y actores locales. Esta ponencia se concentra en tres ejes básicos: el carácter más excluyente de las áreas periféricas de desarrollo informal; la inseguridad, el temor y la desconfianza que permea la vida comunitaria; y los procesos y mecanismos sociales a través de los cuales los pobres son construidos como los otros, destacando sus implicaciones para la experiencia de la pobreza y la convivencia social en sociedades que revelan altos niveles de tolerancia a la desigualdad.

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