A partir del trabajo de campo en un mercado del centro de la Ciudad de México se reflexiona en torno a cómo la producción y circulación de afectos en su dimensión performativa articula las relaciones de género. Con la descripción de algunas postales etnográficas pretendo argumentar que el género se teje a partir de investiduras afectivas que se desarrollan en escenas preformativas, es decir, escenas que ponen en juego los repertorios de sentidos en torno al género y que los sujetos producen y reproducen creativamente. Con todo ello propongo una reflexión sobre las posibilidades de una etnografía afectiva, metodológica y teóricamente. Sobre cómo acercarse al campo desde lo afectivo a partir de la interrogación sobre las formas de comunicación no verbal, sobre las experiencias que no se pueden formalizar escrituralmente o todo aquello que desborda la formalidad de una etnografía.

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