El riesgo tecnológico asociado a la energía nuclear ejemplifica el arquetipo de riesgo contemporáneo caracterizado por la suma complejidad, la indeterminación científica y la urgencia en las soluciones. Partiendo de las teorizaciones acerca de la construcción del riesgo (Giddens, Foucault, Beck, Douglas, Lupton) podemos indagar en la urdimbre de intereses económicos, ductilidad científica y utilidad política que conforman las legislaciones y las prácticas en el gobierno de los riesgos nucleares. De su análisis se traslucen las incertidumbres científicas de las que adolece el modelo médico, las inconsistencias epistemológicas del uso de la estadística como pronóstico, el asentamiento del beneficio como criterio matriz o el interés gubernativo por mantener la discusión acerca de los riesgos nucleares en un confinamiento numérico y calculativo que elude las apreciaciones axiológicas. Esta aproximación a través de las normas legales, científicas y de prácticas y usos gubernativos evidencia la desaparición de la población como agente partícipe en las decisiones que la afectan, para lo que se han buscado soluciones locales a problemas nacionales, tecnificando las decisiones y moldeando los conflictos ajustándolos a una estrategia empresarial basada en la eficacia gestora. Los pares conceptuales en los que se encuadra el riesgo, riesgo versus aceptabilidad y riesgo como medida de la confianza, hacen descansar, finalmente, en los expertos y la ciencia los imaginarios de amparo y protección. El estereotipo tecnólatra augura soluciones por ahora inalcanzables: envíos de residuos al espacio, enterramientos inexpugnables con señalización o sin ella, transmutadores de la materia, bloqueantes médicos de la radiación, etc.

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