La antropología y, más especialmente la antropología política, por su característica manera de acceder al conocimiento, ha sido históricamente la disciplina que mejor ha advertido que el terrorismo, como estrategia política, es tan viejo, al menos, como el Estado y la civilización. En contra del análisis parcial y ortodoxo de los estudios (Estado-céntricos)  clásicos de terrorismo, se defiende la mirada etnográfica como oportunidad para la superación del arbitrario discurso de los “expertos en terrorismo” que oscurece un objeto originariamente complejo. Esta comunicación presenta una diferenciación teórico-epistemológica entre “terrorismo” y “Terrorismo”. El primer significado hace referencia a una herramienta de acción política concreta (“terrorismo”) y el segundo, a un dispositivo de gobierno (“Terrorismo”) que se ha erigido como elemento central en un eventual Estado de excepción. Se intenta analizar el lugar de surgimiento de una mitología terrorista para arrojar luz sobre la manera en que el discurso contraterrorista ha sido naturalizado para pasar, luego, a colonizar una amplia mayoría de la arena política y de la construcción de nuestra historia social.

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