La ciudad de Veracruz dispone de una oferta gastronómica que figura entre las más importantes en el país. Fruto de siglos de mestizaje, en los patrones de consumo alimentario de las poblaciones que residen en Veracruz y en su región de influencia, es posible encontrar la presencia de ingredientes y modos de preparación que provienen tanto de la península ibérica y el mundo indígena mesoamericano como del área que Antonio García de León ha llamado el Caribe afroandaluz. Al explorar los espacios culinarios que disfrutan en nuestros días tanto nativos como visitantes, observamos que, a pesar del creciente influjo que tienen las cadenas globales de alimentos, los platillos que se formaron a lo largo de la época colonial y hasta el final del siglo XIX siguen teniendo particular presencia en las mesas de los consumidores locales y foráneos. Los guisos que distinguen a la comida veracruzana se han convertido en un signo de identidad, pero al examinar su composición es posible advertir una compleja síntesis de gustos y tradiciones, circuitos comerciales y dinámicas migratorias. La singular disponibilidad que se ha construido de ingredientes y escaseces en el entorno ambiental, indica que la historia de los hábitos alimenticios es también una historia ambiental.

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