Los constantes recortes y la falta de inversión en el ámbito social dejan al descubierto la ineficacia del estado de bienestar tal y como lo conocíamos. Y en consecuencia cada vez está más presente la exclusión en nuestras calles y las instituciones caritativas vuelven a adquirir protagonismo, cogiendo el legado de la atención social pública. Por lo tanto es necesaria la problematización de estas fundaciones asistencialistas, para saber cuál es la disposición de éstas y si están preparadas para la tesitura a la cual se enfrentan. A través de un estudio de campo, me adentro en el día a día de los usuarios del comedor social de Reus (Tarragona), los cuales se han visto obligados a traspasar la barrera de la vergüenza para ser atendidos y, así, combatir la soledad y el ostracismo social. Por esa razón a través de este trabajo se observarán las diferentes utilidades del servicio y que no solo alimenta el estómago sino que es un recurso para combatir el aislamiento. Durante mi estancia en el dispositivo observé una posible cronicidad en la situación de muchos asistentes. Entonces, me vi con la necesidad de profundizar sobre este tema, en búsqueda sobre las razones que provocan esta posible dependencia hacia el servicio, siempre para suscitar una mejora en la calidad y efectividad de la entidad. A la vez se intenta realizar una reflexión sobre el estado de la caridad en el municipio. Cuáles son las consecuencias de esta metodología, tan longeva, y si ésta pudiera perpetuar la desigualdad, contra la que están luchando. A pesar de que parezca una crítica osada a una metodología naturalizada, la finalidad es tan simple como la de inducir a la reflexividad, para evitar el uso prolongado de medidas de emergencia.