La obra de Louis Dumont, haciendo guiños al hecho social total de Marcel Mauss y a la noción de incrustación de Karl Polanyi, se caracteriza por diferenciar dos tipos de sociedades con sus respectivas ideologías: la configuración moderna representada en su Homo Aequalis y la configuración más común, la no moderna, plasmada en el famoso Homo Hierarchicus, y en la que el autor denota personalmente su preferencia. La configuración moderna se caracteriza por tener al individuo como valor, por separar al individuo de la naturaleza, por separar la ciencia de la estética y de la moral y, finalmente, por separar los hechos (el ser) de las ideas (los aspectos cognitivos o existenciales) y especialmente de los valores (el deber ser). Frente a esta especialización y atomización de la cultura moderna, los no modernos se caracterizan por ser holistas, es decir, por tener integrados a modo de jerarquías y subordinaciones (a modo de partes de un todo) los distintos elementos que en la cultura moderna aparecen separados. El individuo aquí no destaca, sino que aparece subsumido en su respectivo todo (la sociedad, la naturaleza), y los hechos (ser) no aparecen separados de los valores (deber ser) y de las ideas. De ahí la mayor moralidad de esta sociedad.Mi intención en esta comunicación es señalar las escenas en las que es palpable este dualismo y que explicarían quizás la enorme acogida que tuvieron estas películas en el momento de su estreno e incluso en la actualidad y los debates ecológicos y morales que suscitaron.