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LA HUMILLACIÓN Y DESPERSONALIZACIÓN, CON O SIN ESTEREOTIPOS SEXISTAS

Bien es sabido que la crítica feminista de todas las disciplinas del saber denuncia la discriminación patriarcal que los estereotipos, arquetipos, infligen sobre las mujeres. Es más, la trascendencia del daño es ignorado, hasta que no se desvele el alcance de dicho concepto, “estereotipo”. Por ello, en primer lugar, se pretende perfilar la definición para detallar la gravedad que supone la estereotipificación. En segundo lugar, se busca justificar el hecho de que la ideología de género haya atacado frontalmente la diferenciación de roles que humillan e invisibilizan a las mujeres, mientras que a los varones se les reconocen capacidades de poder. Con todo, diversos estudios demuestran que la incorporación de la mujer en el ámbito laboral y la supuesta liberalización de las mujeres, tras romper con los estereotipos, ha derivado en otra forma de dominio de la identidad y sexualidad de las mujeres. Así, somos otra vez espectadoras de la manipulación de la productividad sexual advertida por Foucault. De hecho, los medios de comunicación y los sistemas políticos reproducen masivamente modelos de cosificación de mujeres, con apariencia de emancipación, mientras encubren el sufrimiento que esta cultura “liberalizadora” causa a las mujeres. El contexto de diferenciación discriminatoria es innegable incluso con la deconstrucción de roles; es un contexto interiorizado y reproducido desde las edades más tempranas. En la adolescencia, se continúa ensalzando modelos discriminatorios que, disfrazados de libertad, anulan la posibilidad de que las mujeres denuncien su congoja. De tal modo, se perpetúan situaciones de humillación y despersonalización de las mujeres, en una masa opresora que aplaude su libertad y silencia su malestar.

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