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UN BARRIO BURGUÉS POSEÍDO POR EL FANTASMA OBRERO EN LA VILA OLÍMPICA DE BARCELONA

Con la Vila Olímpica de Barcelona, construida para alvergar a los atletas durante los Juegos Olímpicos de 1992 y posteriormente ofertada como producto inmobiliario, se pretendía revalorizar un sector industrial de la ciudad ocupado durante siglos por usos considerados insalubres, que el nacimiento de un nuevo barrio vendría a regenerar.  Se trata de la operación urbanística inaugural del afamado "modelo Barcelona" que reproduce las actuaciones higienistas del siglo XIX, al implicar un proceso de limpieza física y social del terrritorio, para implantar un barrio que permitiría la fundación de un "lugar de la memoria" como acto inaugural de la ciudad democráctica.El derrocamiento de este enclave industrial, apela al poder simbólico del proyecto, como fórmula eficaz para una política de la memoria que institucionaliza el olvido.  Sin embargo, desde el trabajo etnográfico realizado, se pudo constatar la presencia de una memoria que se resiste a abadonar el lugar, poniendo en contradicción la eficacia del urbicidio y dejando constancia de sus impactos sociales, al condenar a este barrio a ser un perpetuo lugar de tránsito, que refuerza su condición segregada y aislada del resto del Poblenou, conviritiéndolo en el verdadero ejemplo del anti-barrio producido bajo los preceptos del urbanismo neoliberal.

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